martes, 24 de febrero de 2009

Cap.12- Empieza El Juego

-¡Léstor!-La Dama estaba desesperada, no encontraba a nadie. Ni a Morpheus, ni a Zafrina… ni siquiera a Léstor. Suspiró. Se apoyó en la barandilla del barco donde momentos antes estaba Zafrina contemplando el mar. Una lágrima recorrió su rostro al pensar en su pasado “El no lo haría…” Se mordió el labio mientras unas imágenes dolorosas para ella se recrearon en su mente. El sentimiento de traición invadió su cuerpo haciéndole estremecer. “…él no lo haría… el no…” No la traicionaría. Empezó a notar un frío helado en su corazón… Zafrina era hermosa y quizás su elección haya sido ella. Se deslizó lentamente por la barandilla hasta llegar al suelo cubriendo su rostro de porcelana entre sus rodillas desnudas. Las olas empezaron a moverse con más fuerza y un chapoteo retumbó en los oídos de la joven. La Dama se incorporó velozmente y se asomó de nuevo a la cubierta. El mar se movía violentamente. Las pequeñas olas que formaba el agua al chocar contra el barco pararon en seco. Los ojos de La Dama se fijaron en un punto del agua ahora clamada. De entre ellas emergió un joven de castaños cabellos y ojos marrones intensos. Respiró intensamente mientras observaba a la joven vampira.
-¡Léstor!- Miró a su alrededor desesperada intentando encontrar algo con lo que salvar de las frías aguas al joven.
-¿Qué ocurre?- Un hombre grande y viejo interrumpió de golpe la búsqueda.
-Capitán… hay un hombre en el agua.- Los ojos del viejo se abrieron y, corriendo a la cabina, hizo un gesto de espera. Llegó con unas cuantas cuerdas y las tiró al agua. Los instantes siguientes fueron fatídicos. Léstor estaba tan débil que no cogía bien la cuerda. El corazón de La Dama latía tan vilmente que en cualquier momento podría explotar. Léstor contempló los ojos celestes de La Dama. Observaba como su rostro era más amargo que el de la otra vez. “Angélica… por ti…” Léstor agarró con fuerza la cuerda mientras sentía como se elevaba hacia el barco. Cuando se recostó en la cubierta del yate, inspiró con fuerza mientras unos brazos blancos y delicados le abrazaban con dulzura.
-Léstor…
-Pequeña vampira…-La Dama tembló. El capitán se alejó lentamente silbaba alegremente.
-Léstor por lo que más quieras, no vuelvas a desaparecer… ¿qué ha ocurrido esta vez?- La Dama esperó un largo tiempo a que el joven recobrara la respiración.
-¿Por qué siempre me tienes que salvar tu?- La joven sonrió mientras se liberaba de los brazos del joven.
-Quizás porque eres muy problemático.-Léstor le devolvió la sonrisa.
-Supongo… pero esta vez recuerdo lo que ocurrió.
-Cuéntamelo.-Léstor le sonrió.
-Primero me cambiaré.

“No quiero abrir los ojos… no quiero. Si los abro volveré a ver esos puntiagudos y afilados colmillos, no los quiero abrir, así no veré nada. Debería estar muerta pero… siento aún mi corazón latir… lo único que quiero y deseo es estar con Morpheus… ¿Morpheus? Si, lo siento aquí en alguna parte… quizás lo correcto sea abrir los ojos para saber si está pero, ¿qué pasaría si no estaba… qué ocurriría si una vez que abriera los ojos no los podría cerrar jamás? Si fuera así, tarde o temprano moriría de dolor.”Zafrina abrió lentamente sus ojos ahora nítidos. Todo estaba oscuro. Dirigió sus manos hacia su rostro pero, algo chirrió… sentía como sus muñecas le pesaban, le apretaban, casi podía sentir como dentro de poco sus manos explotarían debido a la presión… cadenas.
-¿Zafrina?-Una voz celestial le envolvió su cuerpo.-¿Zafrina, eres tú?
-¿Morpheus?-El muchacho suspiró.
-Sí.
-¿Cómo sabías que era yo?
-¿Acaso no eres Zafrina?
-Claro que lo soy…
-Tu olor a perro llega hasta aquí.-Aún seguía igual, al fin y al cabo, Zafrina agradecía haber abierto los ojos.
-¿Dónde estamos?
-No lo sé… pero empiezo a sospechar de que esto tiene algo que ver con vampiros.
-¡Oh dios mío!
-¿Qué?
-¿Y si descubren que soy un lobo?
-No lo descubrirán…-El joven se pausó.-…sus mentes no piensan que lo eres…-Zafrina sonrió mientras relajaba su cabeza apoyándose en la pared. Una sombra se perfiló en la oscuridad. Morpheus se sentó al lado de ella mientras su mirada se encontraba lejos de allí. Pasó un buen rato mientras sus pieles se rozaban y exaltaban.
-¿Zafrina?
-¿Si?-El joven suspiró, tomó aire y murmuró:
-Te quiero.- Sus manos se encontraron entrelazándose mientras ambos temblaban, atentos a lo que podía pasarles.

Léstor observaba silenciosamente a La Dama, mientras metía sus ropas en una cestita de paja. Llevaba puesto unos pantalones negros no muy ceñidos al cuerpo, aparentemente cómodas. Su torso ahora estaba desnudo dejando ver el duro entrenamiento de un cazavampiro como él. Quizás por eso La Dama no le miraba, sino permanecía con la cabeza gacha y sonrojada.
-¿Y bien?
-Bueno… seré breve: Morpheus y yo estábamos en la misma habitación cuando el mismo tío que hace unos días me atacó apareció delante de nosotros con una de esas carcajadas típicas de él. Morpheus se abalanzó sobre él pero no logré ver nada más pues, la habitación quedó en penumbras. Después una fuerza extremadamente fuerte me empujó y la verdad, no tengo ni idea de cómo llegué al mar. Eso es todo.
-Pero… dijiste que te acordabas.
-Y me acuerdo.-La Dama suspiró.
-Pequeña…-Léstor levantó el suave rostro de la joven. Su mano libre se deslizaba dulcemente por los brazos finos y delicados de la joven mientras, ésta se relajaba.- Pequeña Dama…- La joven cerró los ojos. El cuerpo de Léstor se acercó al de ella muy lentamente.-Angélica…- La joven abrió los ojos de golpe. Léstor se quedó paralizado al encontrarse de nuevo con aquellos ojos celestes que le habían obsesionado y embrujado. Pero el volvió a susurrar.-Angélica…- Una lágrima solitaria recorrió la mejilla de la joven.-Angélica.-Insistió. Ésta vez el joven murmuró tan suavemente que solo los oídos aterciopelados de la vampira lo escucharon.- ¿Eres mía?...
-Soy tuya.- No dudó ni un segundo en contestarle. La joven volvió a cerrar sus ojos mientras Léstor le acariciaba el rostro. La Dama le acarició el torso desnudo del joven hasta que los latidos de su corazón retumbaron fuertemente en las delicadas manos de la joven.-¿Qué es lo que sientes?
-Pues siento… como aquella llama de pasión que se apagó vuelve a resurgir siento como… como las últimas y únicas palabras que podría decir en estos momentos me llenan el corazón de esperanza que un día perdí… como esas palabras solo son meras palabras… como Te amo.-La joven se estremeció mientras sus manos quedaban entre él y ella. Léstor cerró los ojos cuando abrió sus labios. La pasión recorrió velozmente las venas de los jóvenes provocándoles una sensación de ardor en sus pieles. Todos sus cuerpos se estremecieron al rozarse los labios. Siguieron besándose a pesar de lo que supondría eso… y Léstor lo sabía. Pero ahora todo era perfecto, sus labios estaban juntos saboreando el momento, cada segundo, cada latido… Pero Léstor debía parar. Desgraciadamente la pasión ganó a la conciencia y el joven empujó a La Dama hacia la pared mientras ella enredaba sus dedos en los cabellos castaños del muchacho. Tenía que parar. Los besos se volvieron una obsesión para ambos, una droga. Las manos del joven se deslizaron por la cintura curvilínea de la vampira. Si Léstor no paraba, todo acabaría para los dos. Pero La Dama se aferró más a él inconsciente de lo peligroso que era en realidad seguir. De repente, la joven abrió bruscamente sus ojos mientras sentía como los dientes de Léstor se estiraban y agudizaban fervientemente.

Sus párpados se abrieron dejando ver unos oscuros y tenebrosos ojos celestes que reflejaban muerte. Su mano se aferró al colgante de oro redondo donde se adhería un símbolo con forma de espiral y una “I” gravaba encima. En su dedo anular, se diferenciaba un tono de piel más pálido del que ya poseía, como una marca de algo que llevaba puesto durante mucho tiempo pero se lo quitó… o se lo quitaron. Una sonrisa se esbozó en su rostro mientras pronunciaba tres simples palabras:
-Empieza el juego.