sábado, 23 de mayo de 2009

CAPITULO 19: Sueño

“Oscuridad. Eso es lo que veo, puedo sentirlo. ¿Qué es esa extraña sensación de calidez? Una bella melodía llega a mis oídos, me siento… bien. Poco a poco se acerca alguien. Lo veo aún más claro: una mujer está sentada al lado de una cunita que se balancea. La mujer le canta una nana al bebé que duerme apaciblemente en la cuna. La joven me resulta familiar, quizás su cabello largo y castaño y piel morena me suene… ¿Zafrina? No, imposible.
-Pronto estaremos juntas.
Comenzó a hablarle al bebé con un hilito de voz maternal y cariñoso, parece que se separan pero, ¿porqué?
-Tú no estás sola.
El rostro de la muchacha se giró hacia mí lentamente mientras seguía cantándole la nana. Esos ojos marrones, su rostro cansado y su marca en la oreja… mamá.”
Los ojos de Léstor se abrieron.
-Léstor despierta dormilón.-El rostro de Zafrina se fue aclarando poco a poco en los ojos del joven.
-¿Mamá?-La muchacha titubeó.
-No Léstor, soy Zafrina.-Léstor se sonrojó e incorporó rápidamente.
-He tenido un sueño.
-Se sabe.
-¡Hay que despertarse, Lestorín!-Gritó La Dama en tono burlón.
-¿Lestorín, qué es eso?-Le preguntó el joven mientras se levantaba.
-Tu mote cariñoso, ¿no te gusta?-Léstor se encogió de hombros.
-Me es indiferente Angelita.-La joven se cruzó de brazos mientras Léstor esbozaba una enorme sonrisa.
-¿Y Morpheus?-Inquirió Zafrina algo ávida.
-¿Tienes ganas de verle?-Agregó La Dama.-Ahora vendrá con Iria, han ido a cazar. Mientras, os explicaré lo que aremos de forma resumida para que cuando lleguen os lo expliquemos mejor: Iremos a Transilvania, entraremos en el castillo de Balo y, una vez allí, Iria se ocupará de él mientras nosotros nos cargamos a unos cuantos Inmortales.

-Ya han salido mi señor.-Le confirmó Lana.
-Estupendo.-La vampira titubeó mientras contemplaba como el rostro de Balo no cambiaba
-¿Y cuál es mi castigo?
-Hoy estoy muy cansado, te librarás por el momento.-Sin mostrar furor, Lana se inclinó y desapareció de la puerta. Una vez más, reinó el silencio. Balo, sentado en su trono de colores apagados y estilo gótico, cerró los ojos y meditó. Los castigos de los Inmortales solían ser duros y dolorosos, aprovechaban la inmortalidad de los vampiros para castigarlos por medio de la tortura, pero nadie se quejaba. Balo Fer era el vampiro más antiguo de, posiblemente, el continente y eso provocaba una dureza impune para quién le desobedeciera o decepcionara.
-¡Dilan!-Gritó sin esfuerzo. El joven entró por la puerta elegantemente. Estaba claro que a Balo no le gustaba esperar y la velocidad de los vampiros corría en su favor.-Ya que Paul está de caza y Lana ya no me interesa tanto, te dejo al mando. Busca más inmortales, un sustituto de Cloe y… más soldados, por si acaso.
-¿Quién me puede conceder servicios?
-Quién quieras, eso no me importa… Sabes Dilan, últimamente soy fácil de irritar así que más te vale no decepcionarme y no vuelvas hasta conseguirme lo pedido.
-Llamaré a Lana y nos pondremos en marcha.

Dilan subió las escaleras en forma de caracol de la mansión hacia el último piso. Allí, en la habitación más apartada, estaba Lana. Dilan entró en ella sin titubear. La puerta chirriaba sin piedad debido a su edad: podría tener unos… trescientos o cuatrocientos años.
-Lana querida, nos vamos de caza.-La habitación estaba silenciosa, a simple vista, no había nadie en la estancia.- No tenemos todo el día, encanto.
-Ya no se puede ni cambiar tranquila.-Dilan se dio la vuelta y contempló como el cuerpo de la vampira solo estaba cubierto por una fina manta.
-Será mejor que te des prisa o Balo se irritará con nosotros, a menos… que quieras ir así.- La sonrisa del vampiro se alargó.
-Estoy más cómoda con la túnica, ya sabes, la de siempre. Creo que tu también deberías ponértela por si hay algún humano capaz de quedarse con las caras.
-Si me lo pides tú… te espero en el vestíbulo.

-Todos jugamos un papel importante.-Añadió Morpheus tras acordar el acto.
-Estoy algo nerviosa.-Sonrió Zafrina. Léstor la cogió de la mano para tranquilizarla.
-Ha Transilvania pués.-Confirmó Morpheus
-Vale, pero que no sea en barco.-La Dama se inquietó al decirlo.-Odio los barcos.
-Entonces en avión. Creo que vamos a montar en todos los medios de transporte posible.-Bufó Zafrina.
-Pero de nuevo no tenemos dinero. El barco fue gratis pero no creo que el pajarito lo sea.
-Léstor, no seas incrédulo, si hemos entrado en un hotel y no hemos pagado, el avión será igual. Para eso tenemos a Angélica.
-¿Angélica?-Preguntó Zafrina confusa.
-Es mi verdadero y odiado nombre.-Contestó la joven vampira.
-Es precioso, me encanta.
-Todo esto es una locura.-Cortó Iria bastante irritada.-Creéis que los Inmortales no os van a localizar y estáis muy equivocados. Seguramente ahora mismo estén persiguiéndonos y el plan se irá al garete.
-Tienes razón… también necesitaremos ropa nueva y moderna.-Todos miraron a Morpheus atónitos mientras Iria se cruzaba de brazos a la despreocupación de su advertencia.
-A mí no me hace falta, yo ya la tengo. Veo que voy más adelantado que ninguno.
-Puede que los demás lo necesitemos, Léstor.-Añadió Morpheus.
-Yo tengo otra manera de ganar dinero.-Susurró La Dama.-Mañana es el baile de máscaras según he visto en los carteles y… supongo que habrá muchas personas ricas y con mucho dinero.
Las calles empezaron a llenarse y el misterio lo invadió todo, miles de personas enmascaradas paseaban por las calles estrechas recreando un universo teatral y mágico. Era tal el auge del carnaval que los hoteles y restaurantes se veían colmados por miles de turistas de todo el mundo: chinos, americanos, europeos… Era un mundo anónimo donde mágicamente todos se volvían iguales. Los turistas no paraban de fotografiarse protegidos por una máscara, envueltos por una capa de seda o de raso, junto a cientos de figuras enmascaradas. El recorrido era siempre el mismo: desde la plaza de San Pietro di Castello hasta la plaza de San Marcos donde la Basílica que lleva el mismo nombre, enriquece e inspira el carnaval. La Dama e Iria se incorporaron a la fiesta mientras los demás esperaban. Su objetivo era el aeropuerto pero, si todo salía bien, se incorporarían en el hotel San Marcos, cerca de la plaza.
-No me puedo creer que recurra a esto, ¡a robar!-Añadió Léstor atormentado.
-Todos lo hicimos alguna vez.-Calmó el vampiro.
-Yo no.-Zafrina se cruzó de brazos mosqueada.-No me gusta robar, ellos necesitan igual que nosotros el dinero.
-¿De veras?-Morpheus se acercó a la joven.-¿Crees que ellos están pendientes de matar al vampiro más peligroso, crees que ellos tienen que estar vigilando sus espaldas por si les atacan?
-No, supongo que no.
-Bueno tienen que vigilar sus carteras.-Añadió Léstor.
-Me temo que están bastante entretenidos con el carnaval.-Una sensación escalofriante recorrió la espalda de Morpheus. Éste se giró pero no vio nada: evidentemente, no se trataba de mirar atrás pues ya lo había vivido antes pero… ¿dónde? Empezó a observar más detenidamente a los presentes e intentaba mirar a través de las máscaras algún rostro conocido.
Al cabo de un rato de festejos, Iria y La Dama consiguieron bastante dinero. Gracias a su habilidad y sigilo pudieron reunir suficiente para el billete y el hotel. Dentro de poco las personas saqueadas iban a echar en falta mucho dinero.
-Me temo que solo hay dos habitaciones separadas.
-Pues ponga en una habitación una mesa camilla.-Protestó Morpheus. El vampiro tenía un acento bastante bueno, parecía realmente un italiano de nacimiento.
-Si quiere una habitación con cama matrimonial.-La sonrisa del recepcionista se agrandó. Llevaban un cuarto de hora discutiendo sobre la objeción de las camas.
-Está bien, deme las dos separadas.
-Enseguida.
Y así, Léstor y Zafrina durmieron en habitaciones separadas supuestamente, por los celillos del vampiro.

“Otra vez esa mujer con la cuna. De nuevo parecen separarse pero la nana no cesa.
-Pronto estaremos juntas.
¿Quién es el bebé al que mi madre canta y mece? Podría ser yo pero… qué yo sepa siempre he sido un chico y nunca me separé de ella excepto cuando murió. Puede que me esté diciendo algo, como una señal pero, ¿qué? Mi madre parece alegre, contenta ¿y el bebé? Valla la cuna se está acercando a mí. Se parece bastante a mi madre: piel morena, rasgos muy femeninos, la marca en la oreja… Vale, me estoy asustando… ¿Porqué sus ojos son color miel?”

viernes, 15 de mayo de 2009

CAPITULO 18: Inmortales

En Transilvania todo es diferente. En una de las grandes y majestuosas habitaciones del castillo donde antes habitaba el famoso Drácula, cuatro Inmortales conversan alrededor de una mesa larga de madera.
-¿Y Cloe?-Preguntó una voz seca mientras golpeaba la mesa enfurecido. Todos callaron. Los ojos celestes del vampiro impusieron obediencia.
-Mi señor… un tal Morpheus la derrotó.-Añadió Lana que permanecía inquieta. Pero la mirada del vampiro la puso aún más nerviosa. Sus colmillos siempre estaban puntiagudos y viejos; su piel era pálida y tersa sin resto de arrugas, sin embargo su cabello era blanco y reflejaban sus numerosos años.
-¿Y cómo es que tú estás aquí?
-Mi señor…- Las palabras se les atragantaban ante tanta presión.-… Léstor es un hombre lobo y yo no…
-Te dije explícitamente que debías acabar con él, ¡Al menos Cloe ha muerto intentando cumplir su misión, no como tú cobarde, deberías de haber muerto tú en vez de ella! Tendrás tu castigo mientras envío a uno de mis Inmortales que puedan cumplir mis órdenes o morir en el intento.
-No mi señor, un castigo no se lo suplico. Iré de nuevo, lo encontraré, lo mataré y te traeré su cabeza si así lo deseas.-El vampiro se levantó. Su capa negra de adornos dorados se arrastraba por el suelo mientras sus pasos sonaban duramente por toda la habitación.
-Fallaste.-Lana sintió el aliento muerto del vampiro cuando los pasos dejaron de sonar justo detrás de ella que permanecía inmóvil.-Yo nunca perdono este tipo de deshonra ante mí. Nunca me hubiera imaginado eso de ti Lana Raven pero lo hiciste.-Susurró el sanguinario. Con gran elegancia, volvió hacia su sitio mientras hablaba.- Dilan, ¿qué tienes para mí?-Un joven de cabellos castaños y ojos marrones se levantó con una caja entre las manos. Llevaba una bata blanca científica, pero aparentaba unos veintitrés años.
-Le traigo una innovación, mi señor.-Abrió la caja cuidadosamente y mostró su interior: entre terciopelo se situaba un aparato como una moneda: redonda, plana y menuda. Un joven con el cabello castaño y revuelto lo cogió suavemente.
-¿Qué nos traes esta vez Dilan, un cambio de moneda?-Bufó el joven.
-No.-Respondió mientras le quitaba de las manos el aparato.-Es un torturador: solo hay que presionarlo sobre el pecho de una persona o derivados y él actuará por sí solo. El poseedor del aparato no podrá quitárselo ni despegarlo. Poco a poco, se irá hundiendo en la piel hasta que no haya rastro del torturador. Los efectos empiezan cuando entra en el cuerpo, pues se pegará automáticamente en el corazón y lo irá despedazando muy lentamente, lentamente.-Lana y el otro vampiro tragaron saliva, sin embargo, el misterioso y viejo jefe sonrió.
-Perfecto, es realmente un privilegio tenerte como séquito, Dilan.-El adulado hizo una pequeña reverencia.-Paul.-El vampiro de cabello alborotado se levantó.-Tengo entendido que todos se reunirán en el puerto de Venecia, ve, localízalos y mátalos. Confío plenamente en ti para esta misión.-Paul sonrió.-Pero antes debo presentaros a unos amigos.-La sonrisa de Balo Fer se ensanchó de forma inicua cuando un grupo de humanos aparecieron, uno de ellos, con barbas blancas y barriga rolliza similar a Papá Noel.

Al fin llegaron al puerto. Sintieron como si el agua les rodeaba y acariciaba al sentir en sus rostros la suave brisa marina. Morpheus miró a su alrededor y observó una luz proveniente de un bar cerca de uno de los yates que dormía en el agua acunado por el viento.
-Esperadme aquí y vigilar que nadie vea el cuerpo.-Iria lo cogió del brazo antes de que se marchara.
-¿Qué vas a hacer?
-Pedir un mechero y enviar de una vez por todas al infierno quién lo merece.-Iria lo soltó sin rechistar. Morpheus anduvo hasta la puerta del bar. Todos los presentes eran simples borrachos intentando olvidar sus problemas que dirigieron sus miradas hacia el joven cuando entró. Desde luego Morpheus era todo lo contrario a los presentes en el bar: no estaba borracho, era elegante y sobretodo su rostro era perfecto. En la barra servían dos mujeres de camisas de cuadros y cabellos mal peinados que al acercarse el joven a ellas comenzaron a murmurar y sonreír. Una de ellas, la de rostro moreno y supuestamente más mayor de las dos, dejó el trapo blanco y sucio que utilizaba para limpiar la barra y le esperó:
-¿Puedo ayudarte en algo?
-Sí, claro, necesito un mechero.-La camarera miró a la otra que los observaba expectante.
-Está bien.-La muchacha se aclaró la voz.-Te daré una cerveza, invita la casa.-Morpheus la cogió del brazo suavemente y ésta sonrió bajo la celosa mirada de su compañera.
-Yo no bebo, gracias. Solo quiero un mechero.
-¿Ni siquiera te apetece agua o algo?-El joven se acercó a ella y comenzó a murmurar:
-Si acaso un vasito de sangre pero, como ya me he saciado, no lo necesito gracias.-La mesera asintió desconcertada. Mientras las dos muchachas hablaban, Morpheus comenzó a oler un deleitable hedor a sangre. Miró de reojo hacia donde provenía aquel olor pero ninguno de los presentes coincidía con aquel delicioso aperitivo. Era tan fuerte que los colmillos del joven descendían lentamente hacia abajo. Volvió a mirar a las dos camareras que, cuando se percataron de que les miraba, se pusieron nerviosas de tal manera que casi se escondieron. El hedor se volvió más lacónico. Su iris comenzó a cambiar de color de forma gradual y sus sentidos se sensibilizaron. Todo le daba vueltas, como sucumbiera al olor de la sangre, todas esas personas verían algo que jamás se les olvidaría, y no estaba dispuesto. Todo volvió a la normalidad cuando el mechero golpeó la barra en manos de la camarera que aún seguía confusa.
-Gracias.-La muchacha se volvió sin mediar palabra y Morpheus aligeró el paso hacia las puertas.
El cuerpo de la vampiro comenzó a arder con el contacto del fuego producido por el mechero.
-Creo que deberíamos buscar un hotel o algo, por el humano y Zafrina, tendrán sueño.-La Dama y Léstor se miraron, ellos aún no sabían que Léstor no era un simple humano.
-Si.-Contestó Zafrina.-Pero nadie tiene dinero.
-No hace falta tener dinero, solo necesitas trepar.
Las ventanas del hotel estaban ha bastante altura por lo que La Dama se ocuparía de distraer a los guardias presentes fuera del hotel no sin antes informarse de cuáles y cuantas habitaciones no estaban reservadas. Primero trepó elegantemente Morpheus por las paredes echas de piedra lo bastante desiguales como para poder trepar sin trompicones. El joven observó las habitaciones por las ventanas hasta que encontró una doble. Los puños del vampiro chocaron violentamente contra el cristal pero el guardia de seguridad estaba bastante distraídos con la presencia de La Dama. Morpheus esperó a que nadie reaccionara y se metió dentro. Detrás de él, Iria trepó por la pared de una forma bastante refinado: la capa negra que llevaba ondeaba con el movimiento que producían sus movimientos, parecía como si volara solo al son del viento. Morpheus aún se asomaba por la ventana vigilando cada rincón. Zafrina comenzó escalar con movimientos más bruscos por su naturaleza. Luego, Léstor: Iria estaba dispuesta a tirarle las sábanas ya anudadas por Morpheus pero el joven comenzó a trepar bajo la atenta mirada de sus compañeros. Sus brazos se arrastraban y sujetaban de forma rígida y dura igual que Zafrina. Los tres se extrañaron y tras entrar en la habitación, todos le miraron.
-Léstor…-La joven loba se quedó sin palabras.
-Yo también tengo mis secretos.-La Dama cortó la escena tras subir por la ventana con los labios teñidos de rojo. Morpheus, al verla, puso los brazos en jarra.
-Me incitó.
-Bueno, ahora que estamos todos los vampiros deberíamos bajar a vigilar o a hacer lo que sea con tal de dejarlos dormir.-Añadió Iria.
Léstor y Zafrina se tumbaron en sus respectivas camas e intentaron dormir. Tras varias horas de intentos, Zafrina se levantó hacia el cuarto de baño de la habitación. El joven abrió los ojos y jadeó.
-¿Léstor, estás despierto?-El rostro de la joven se asomó por la puerta del baño.
-Ya veo que tú sí.-Zafrina sonrió. El agua de la ducha comenzó a sonar. Después de unos minutos, la joven salió del baño con una toalla alrededor de su cuerpo mientras se escurría su largo cabello con otra toalla. Léstor enarcó una ceja. La joven se sentó en la cama y dejó que su morena piel se iluminara bajo la luz de la luna.
-Lo sabía, sabía que eras como yo.
-¿Lo sabías?
-Una persona como tú era imposible que no fueras un ser anormal, tenía dudas: o un vampiro o un hombre lobo. Me decanté por el lobo ya que un vampiro es más pálido que tú desde luego.
-Deduces bien.-Zafrina le sonrió.
-Quizás tú te has topado con alguien de mi familia, no se…
-Es imposible que lo sepa si no recuerdas ni a tus padres, Zafrina. Aunque ahora somos como de la familia ¿no?, una misma camada.
-Del mismo clan.

-Ya no recuerdo lo que era dormir, cerrar los ojos y soñar.-Dijo Iria.-Ojalá pudiera sentirlo.
-¿Tanto te gustaría ser humana?-Le preguntó La Dama.
-Mucho. Es algo que cuando lo eres no te das cuenta, pero pensar que todo tiene principio y final me reconforta.
-¿Así que te gustaría… morir?
-No me gustaría, lo deseo. Ya he vivido suficiente, he visto cosas que nadie ha visto y mis recuerdos ya no dan abasto. Quizás tu no lo comprendas porque toda tu vida has sido vampira, nunca te ha tenido que preocupar los errores que cometes pues, se olvidarán con el paso del tiempo.
-Mi madre era humana y mi padre vampiro.-Iria la miró.-Se enamoraron cuando él la mordió y convirtió en una vampira. La sangre de mi padre corría por las venas de mi humilde madre por lo que los unió. Ella deseaba ser de nuevo humana… y morir. Es increíble como todos los humanos convertidos en vampiros desean tanto la muerte o la vuelta a la vida.
-Y dime, ¿por qué me buscabais, qué puedo hacer yo para que Balo Fer muera?
-Iria, es algo simple fruto de un conjuro del mismo Balo: ni tú ni él morirá hasta que la gotita de sangre del Áfrodes desaparezca.
-Es fácil… ¿por qué no lo hacemos ahora?
-Porque los dos debéis de estar juntos y que de alguna manera vuestra piel esté en contacto entonces, romperás el anillo y la última gota caerá y desaparecerá.
-Es algo complicado y… raro.
-Bastante. Supongo que Balo quería morir junto a ti.
-¿Y cómo romperé el anillo?
-Eso ya es asunto tuyo.-Iria asintió.
-Viví para él, y moriré con él.

domingo, 3 de mayo de 2009

CAPITULO 17: Al Filo

-¿Pero por dónde viene?-Preguntó confuso Léstor.
-Volando.
-¿Volando?
-Lana es el ojito derecho de Balo Fer y la ha entrenado duro así que, aparte de tener la capacidad de convertir sus uñas en navajas, sabe… más o menos volar.-Léstor se sobresaltó y rebuscó entre las reservas hasta encontrara el cuchillo.
-¡Ajá!-La Dama enarcó una ceja.
-¿Y tus pistolas?
-En el barco.-Léstor se encogió de hombros.
-¡¿En el barco?!-El joven asintió.- ¿Cómo crees que vas a matarla, con un cuchillo de cocina?
-¿Acaso tienes otro plan mejor?-La Dama miró hacia otro lado.-Angélica, tú puedes detenerla con tus colmillos, ¿no?-La joven se puso tensa.
-Es que no puedo hacer eso en un sitio tan pequeño… y no sé nadar.
-Pues tenemos que pensar algo.
-Tarde.-Una figura oscura impactó en el agua, agitando la lancha. La Dama se sujetó con fuerza a los lados mientras se volvían a tensar sus músculos. Sus colmillos salieron de una forma brusca y sus ojos cambiaron a un color blanco.-Ella lo sabe… sabe que odio el agua… que no se… nadar.-Al poco tiempo, todo se calmó, no hubo rastro de la joven. Léstor, con cuchillo en mano, se levantó y miró a su alrededor.
-Pero no te puedes ahogar.
-Lo sé… pero no podría volver a la superficie.- La joven tragó saliva. Unos dedos se asomaban por uno de los lados y lentamente se alargaban sus uñas, de tal forma que parecían cuchillas tremendamente cortantes. La lancha se balanceó cuando, elegantemente, Lana subía a la lancha muy lenta y pausadamente. La Dama estaba inmóvil y Léstor observando las largas uñas.
-Hola, de nuevo.-Susurró la joven vampira con un hilo de voz elegante y agudo. Sus dientes estaban sacados, al igual que los de La Dama, y sus ojos tenían un color más rojizo que los blancos de Angélica. Al comprobar que la vampira estaba inmovilizada, Lana se abalanzó sobre el cuerpo de Léstor con tanta fuerza, que el cuchillo cayó al agua… y allí se hundió. La lancha se agitaba violentamente mientras La Dama se sujetaba con más fuerza a ésta. Léstor sabía perfectamente que los vampiros eran bastante peligrosos cuando estaban encima de su presa, por eso siempre hacían lo mismo, pero él sabía actuar. Sujetó el cuello de la vampira con sus manos mientras los dedos presionaban las finísimas venas que se distinguían en él. Lana intentaba liberarse de aquel dolor que le suponía, pues si no se escapaba, terminaría sin venas en su escultural cuello. La vampira se apartó de las manos de Léstor, alejándose unos centímetros. Miró hacia La Dama que aún seguía los ojos clavados en ellos e inmóvil. Lana rió y se acercó a ella.- ¿Te gusta el agua?-Cuando Lana se disponía a empujar a Angélica al agua, Léstor la derribó de forma que ambos se hundieron en él.
-¡Léstor!-La Dama por fin se despertó de su inmovilidad aunque aún seguía temblando. El sonido de la suave voz de Angélica alcanzó a los oídos del joven mientras se hundía rápidamente en el fondo en compañía de la vampira que lo miraba recelosa. Sus ojos ahora más rojos brillaban en las profundidades mientras su cuerpo se convertía en un pálido palo que se deja hundir por la corriente del agua. Sus cabellos, sin embargo tendían a subir a la superficie intentando recuperar el aire perdido. Léstor tenía la suerte de que corriera por sus venas sangre animal que resiste al agua durante bastante tiempo. Aquí todo iba a ir lento… muy lento. Pero las piernas de la vampira, se movieron rápido, como si no hubiera agua ni presión. Flotaba, pero se movía rápido. Los ojos de Léstor, brillaron al localizar en una de las miles de rocas submarinas, un afilado cuchillo de cocina. Miró a Lana que aún permanecía mirándole y sonriendo. El joven movió las piernas lentamente cada vez más rápido hasta que comenzó a nadar hacia el cuchillo. Lana iba aún más rápido y pudo llegar antes a él. Léstor se paró en seco delante de ella. La vampira tiró a las profundidades más oscuras el cuchillo que iba lentamente descendiendo hacia las sombras. Lana volvió a sonreír. Estaba totalmente perdido. En el agua, los vampiros, o al menos Lana, eran más rápidos que los lobos y estaba claro que la vampira no dejaría escapar a Léstor hacia la superficie. De pronto, se le ocurrió una idea.

-Valla… así que Léstor es el único humano. Me gustaría ser como él, normal.-Añadió Iria al terminar de escuchar la historia.
-¿A dónde vamos?-Preguntó Zafrina. Morpheus sonrió mientras conducía el coche.
-Al puerto, esperaremos a La Dama y Léstor.
-Es una locura, si me lleváis allí y esperamos, los Inmortales podrían dar conmigo.
-Los esperaremos.-Sentenció Morpheus. Durante los siguientes minutos, todo permaneció en silencio. Zafrina miraba por la ventana la oscuridad de la noche que aún no había desaparecido. Los jóvenes eran los dueños de las calles y en los parques casi no abundaban niños. Algunas tiendas permanecían con su luz encendida, pero la mayoría aún colgaban el cartel de “cerrado”. ¿Qué día sería, qué mes, qué año? De pronto el coche se tambaleó provocado por un ruido en el techo. Morpheus paró el coche.
-Morpheus.-Susurró Zafrina.
-Quietas.-Poco a poco todo quedó en silencio y las luces de las farolas se apagaban de forma sincronizada. Solo se oía la ahogada respiración de las dos muchachas. De improviso, un brazo pálido atravesó el techo del coche. Zafrina gritó mientras Iria se alejaba del ahora agujero. Con la propia mano, arrancó como mero papel provocando un mayor socavón que dejó ver un cuello ensangrentado y un cabello rubio alborotado. Los ojos eran puramente blancos y su piel era extremadamente pálida. Infundía un temor que se transmitió a Morpheus cuando vio a Cloe encima del techo.
-Mierda, la cabreé.-Añadió Morpheus intentando ocultar su miedo.
-Huelo desde aquí tu miedo.-Dijo la vampira con tono desagradable. Su risa malévola recorrió todas las calles. Morpheus recordó perfectamente esa carcajada macabra, aquella que les atacó en el barco. El joven cogió el brazo de la vampira y la empujó hacia el interior del coche provocando el choque entre el cuerpo de Cloe y el techo, puesto que aún el agujero no era lo bastante grande como para que el cuerpo de la vampira entrara en el coche. Ésta intentó liberarse en un vano intento en el que el techo cedió provocando la caída de la vampira al interior. Iria la sujetó por los brazos.
-Y yo huelo tu muerte.-Los ojos de la vampira se abrieron y comenzó a chillar, pero los colmillos de Morpheus estaban dispuestos a clavarse de nuevo en su cuello.

Lana contempló como el cuerpo humano de Léstor cambiaba a uno peludo, de cabellos negros y ojos rojos más profundos que los de la vampira. Ésta se sobresaltó, el rostro y la dimensión del lobo provocaba una sensación que dejó de existir en ella cuando los hombres lobo se extinguieron: el miedo. El lobo se abalanzó sobre ella y ésta, presa del pánico, empezó a agitar los brazos y las piernas para huir a la superficie… y él la dejó escapar. El lobo lentamente desapareció físicamente del cuerpo de Léstor. Una vez en la lancha, La Dama le abrazó fuertemente.
-¡Léstor, creía que ya no te vería más!
-Antes tendrían que matar a un hombre lobo.-Léstor le acarició la mejilla y la beso dulcemente en los labios. Angélica le apretó fuertemente la mano, pero todo se interrumpió al sonar una bocina de un barco.
-¡Léstor!-La voz del viejo capitán a través de un altavoz arrancó una sonrisa en el rostro de los muchachos.
Al subir al barco, el capitán los abrazó.
-Por fin os encuentro, ¿por qué os fuisteis?-La Dama empujó a Léstor.
-El te lo dirá.-El joven arrugó el entrecejo.
-Vale. Queremos ir lo más rápido posible a Venecia, compréndalo.
-Por eso estoy aquí querido amigo, para ir a la dichosa Venecia.-Léstor sonrió.-Pero ahora estás empapado ve a la habitación y sécate… que pena que tu amiga no lo esté.-La vampira puso en blanco los ojos.-De todos modos, descansad hasta que lleguemos… que no será tarde.

Zafrina estaba encogida en el sillón delantero del coche observando cómo los dos vampiros se alimentaban de la sangre de Cloe. Comenzó a marearse.
-Morpheus…-Susurró Zafrina. El joven la miró y se limpió la sangre de su rostro con el brazo.
-Lo necesitaba, ya era demasiado tiempo sin probar bocado… no mires.
-Morpheus, creo que será mejor que alquilemos una habitación en cualquier sitio.-El joven se acercó a ella y la rodeó en sus brazos.
-No temas, nunca te haré daño, yo no.-Morpheus la besó en la frente y prosiguió.- ¿y sabes por qué? Porque te amo, porque eres la sangre que corre por mis venas y mi corazón cuando tiene la oportunidad de latir.-Iria los observaba y sonreía.
-Qué hermoso.-Los dos jóvenes miraron a la vampira.-Nunca hubiera pensado que un lobo y un vampiro se amaran tanto, es raro y… hermoso.-Morpheus y Zafrina se miraron orgullosos y prosiguieron el camino hacia el puerto.