lunes, 27 de abril de 2009

CAPITULO 16: Escapar

Morpheus abrió la puerta de la habitación cuidadosamente y mirando hacia los lados entró en ella. Todo estaba limpio y ordenado sin embargo no había nadie. No se explicó porqué pero no se dio cuenta de que Cloe le estaba esperando a sus espaldas:
-Hola Morpheus.-El joven se giró.
-Hola.-Cloe le ofreció asiento en uno de los dos sillones verdes de terciopelo que rodeaban una mesita estilizada donde permanecían dos tacitas de adornos franceses. Morpheus se sentó no sin antes observar todos los movimientos de la joven. Cloe sacó una tetera y se sentó en el otro sillón.
-¿Té?-Morpheus negó con la cabeza.-Pues yo sí.-Mientras llenaba la tacita comenzó a hablar.- ¿Has venido a verme o simplemente a sentarte?
-En cierto modo… a verte.-La joven le miró y se quitó la capa negra dejando al descubierto un vestidito blanco repleto de detalles dorados. En el cuello colgaba un colgante sin embargo, la joya que sin duda portaba el colgante se escondía tras el escote “palabra de honor” que provocaba el vestido. Morpheus enarcó una ceja mientras contemplaba el colgante esperando un solo vistazo para comprobar que era una inmortal y así poder atacarla. La joven se recostó en el sillón mientras su mirada seductora de ojos verdes le observaba.- ¿Me enseña el colgante, si es tan amable?-La joven se puso tensa
-Ven a buscarlo.-La joven sonrió mientras jugueteaba con la cadena de oro. Se levantó y se dirigió al tocador, dándole la espalda al joven que la imitaba. La mano de Morpheus rodeó el cuello suave de Cloe mientras ésta se giraba para rodear el cuello de Morpheus con sus brazos menudos. El joven acercó su rostro al de la muchacha al intentar coger el colgante de su exuberante escote. Se besaron. Morpheus consiguió ver al menos una pequeña inscripción “Nos los inmortales” El joven bajó su rostro hasta el cuello de la joven mientras sus labios lo rozaban. Cloe chilló de dolor al sentir como dos afilados colmillos atravesaron su piel de terciopelo. Ella se apartó mientras sus ojos cambiaban a un color blanco y sus colmillos crecían. Morpheus se iba a enfrentar a un verdadero inmortal.

Por fin llegaron al puerto del estrecho y comenzaron a desembarcar. Aunque aún el sol no se había despertado, las luces de la ciudad alumbraban cualquier zona oscura, excepto al barco.
-Léstor, ya los tengo.-Susurró La Dama mientras sostenía unos mapas marinos. El joven le sonrió.
-¿Qué ocurre?-Preguntó Léstor al ver a la joven inquieta.
-Léstor, necesito… comer.-El muchacho miró a los lados y sonrió:
-Bueno, supongo que no notarán la ausencia de un marinero.-La Dama le sonrió mientras se iba del barco.-Yo a lo mío.-Murmuró para sí. Léstor se marchó hasta la cubierta. A los lados de ésta había numerosas barquitas, sin embargo hubo una que le llamó la atención pues era una lancha motora. Sacó un cuchillo cogido preferentemente de la cocina y cortó las cuerdas que la sujetaba al barco. La lancha chocó contra el agua lo que produjo una marea violenta que movió el barco. Léstor cogió la comida, los planos marinos y el cuchillo y los colocó cuidadosamente en la lancha.
-Estoy preparada.
-¿Ya, tan rápido?-Preguntó Léstor sorprendido. La Dama sonrió.
-Son fáciles estos marineros, sobre todo cuando se les pone una mujer por delante…-Léstor arrugó el ceño mientras la joven subía a la lancha.

-¿Qué me has hecho?-Preguntó alterada la vampira.
-Morderte.-Cloe se abalanzó sobre Morpheus rápidamente mientras éste la esquivaba. Era una disputa entre rápidos pues cada movimiento era ligero y ágil. Se enzarzaron en una pelea totalmente violenta donde se empujaban contra muebles, destrozaban cristales y sobretodo… corría la sangre. Los colmillos de los dos vampiros rozaban la carne viva de su oponente sin piedad, ciegos de lo que se ponía por delante. Morpheus no tardó en tumbarla en el suelo para terminar con ella. El joven tras varios intentos de la vampira comenzó a morderle el cuello aunque ella intentaba golpearle con cualquier cosa para liberarse del vampiro. Pero paró de golpe cuando en su cuerpo no quedaba ni la más mínima gotita de sangre. Morpheus la soltó e incorporándose cogió un mantelito situado encima de la mesita francesa y comenzó a limpiarse las manchas de sangre.
-Tarda demasiado.-Susurró Zafrina. Iria no desvió su mirada de la ventanilla de los asientos traseros del coche.
-¿Crees qué es fácil matar a un inmortal? Aún queda para…-Morpheus cortó a Iria al subir al asiento del conductor del coche. La joven se sobresaltó.
-En marcha.-Morpheus puso en marcha el motor mientras Zafrina alargaba el brazo para tocar la mano del vampiro. El joven miró a la muchacha y le sonrió.
-Tienes sangre en la mejilla.-Morpheus soltó la mano de Zafrina y comenzó a frotarse el pómulo mientras la joven reía.
-¿Ya?-Zafrina se acercó a Morpheus y lo besó en la mejilla. Iria los contemplaba.
-Zafrina, ¿podrás decirme que clase de animal, persona o cosa eres?-Preguntó la vampira. Zafrina asintió:
-No merece la pena dar rodeos así que… soy un lobo.
-No sé porque no me impresiona. Una última pregunta, ¿cómo llegó un lobo a los brazos de un vampiro?-Los dos jóvenes se miraron.
-Es una larga historia pero mientras conduzco será un método de entretenimiento.-Dijo Morpheus mientras pisó el acelerador.

-¿Seguro qué sabes ir hasta Venecia?
-Mi padre me enseñó a utilizar los mapas marinos… son fáciles.-La Dama miró el mapa que Léstor sostenía.-Confía en mí ya no hay vuelta atrás, ¿no ves qué estamos en medio del mar.-La Dama tragó saliva mientras miraba a su alrededor: solo había agua.
-Bien, ¿y cómo sabes por dónde es si estamos rodeados de agua?-Léstor le sonrió.
-Tú confía en mí.
A medida que la lancha avanzaba, una espesa niebla los cegaba. Tras varias horas sin hablar y rodeados de agua, Léstor tragó saliva y La Dama lo notó.
-¿Qué ocurre?-Léstor la miró.
-Nada… solo que aquí debería de haber una plataforma.-La Dama comenzó a respirar acelerada.
-¿Sabes qué los vampiros cabreados no son amistosos? Yo me convertiré en uno si no me sacas de aquí. Odio el agua y no creo que pueda soportar tanto. No podríamos haber esperado unas horas antes de partir…-Léstor interrumpió a la joven. Un chillido lejano llegó al oído de los dos muchachos.
-¿Lo oyes?- La Dama asintió.
-Ese chillido me suena y a ti también.
-Lana Raven.

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