domingo, 3 de mayo de 2009

CAPITULO 17: Al Filo

-¿Pero por dónde viene?-Preguntó confuso Léstor.
-Volando.
-¿Volando?
-Lana es el ojito derecho de Balo Fer y la ha entrenado duro así que, aparte de tener la capacidad de convertir sus uñas en navajas, sabe… más o menos volar.-Léstor se sobresaltó y rebuscó entre las reservas hasta encontrara el cuchillo.
-¡Ajá!-La Dama enarcó una ceja.
-¿Y tus pistolas?
-En el barco.-Léstor se encogió de hombros.
-¡¿En el barco?!-El joven asintió.- ¿Cómo crees que vas a matarla, con un cuchillo de cocina?
-¿Acaso tienes otro plan mejor?-La Dama miró hacia otro lado.-Angélica, tú puedes detenerla con tus colmillos, ¿no?-La joven se puso tensa.
-Es que no puedo hacer eso en un sitio tan pequeño… y no sé nadar.
-Pues tenemos que pensar algo.
-Tarde.-Una figura oscura impactó en el agua, agitando la lancha. La Dama se sujetó con fuerza a los lados mientras se volvían a tensar sus músculos. Sus colmillos salieron de una forma brusca y sus ojos cambiaron a un color blanco.-Ella lo sabe… sabe que odio el agua… que no se… nadar.-Al poco tiempo, todo se calmó, no hubo rastro de la joven. Léstor, con cuchillo en mano, se levantó y miró a su alrededor.
-Pero no te puedes ahogar.
-Lo sé… pero no podría volver a la superficie.- La joven tragó saliva. Unos dedos se asomaban por uno de los lados y lentamente se alargaban sus uñas, de tal forma que parecían cuchillas tremendamente cortantes. La lancha se balanceó cuando, elegantemente, Lana subía a la lancha muy lenta y pausadamente. La Dama estaba inmóvil y Léstor observando las largas uñas.
-Hola, de nuevo.-Susurró la joven vampira con un hilo de voz elegante y agudo. Sus dientes estaban sacados, al igual que los de La Dama, y sus ojos tenían un color más rojizo que los blancos de Angélica. Al comprobar que la vampira estaba inmovilizada, Lana se abalanzó sobre el cuerpo de Léstor con tanta fuerza, que el cuchillo cayó al agua… y allí se hundió. La lancha se agitaba violentamente mientras La Dama se sujetaba con más fuerza a ésta. Léstor sabía perfectamente que los vampiros eran bastante peligrosos cuando estaban encima de su presa, por eso siempre hacían lo mismo, pero él sabía actuar. Sujetó el cuello de la vampira con sus manos mientras los dedos presionaban las finísimas venas que se distinguían en él. Lana intentaba liberarse de aquel dolor que le suponía, pues si no se escapaba, terminaría sin venas en su escultural cuello. La vampira se apartó de las manos de Léstor, alejándose unos centímetros. Miró hacia La Dama que aún seguía los ojos clavados en ellos e inmóvil. Lana rió y se acercó a ella.- ¿Te gusta el agua?-Cuando Lana se disponía a empujar a Angélica al agua, Léstor la derribó de forma que ambos se hundieron en él.
-¡Léstor!-La Dama por fin se despertó de su inmovilidad aunque aún seguía temblando. El sonido de la suave voz de Angélica alcanzó a los oídos del joven mientras se hundía rápidamente en el fondo en compañía de la vampira que lo miraba recelosa. Sus ojos ahora más rojos brillaban en las profundidades mientras su cuerpo se convertía en un pálido palo que se deja hundir por la corriente del agua. Sus cabellos, sin embargo tendían a subir a la superficie intentando recuperar el aire perdido. Léstor tenía la suerte de que corriera por sus venas sangre animal que resiste al agua durante bastante tiempo. Aquí todo iba a ir lento… muy lento. Pero las piernas de la vampira, se movieron rápido, como si no hubiera agua ni presión. Flotaba, pero se movía rápido. Los ojos de Léstor, brillaron al localizar en una de las miles de rocas submarinas, un afilado cuchillo de cocina. Miró a Lana que aún permanecía mirándole y sonriendo. El joven movió las piernas lentamente cada vez más rápido hasta que comenzó a nadar hacia el cuchillo. Lana iba aún más rápido y pudo llegar antes a él. Léstor se paró en seco delante de ella. La vampira tiró a las profundidades más oscuras el cuchillo que iba lentamente descendiendo hacia las sombras. Lana volvió a sonreír. Estaba totalmente perdido. En el agua, los vampiros, o al menos Lana, eran más rápidos que los lobos y estaba claro que la vampira no dejaría escapar a Léstor hacia la superficie. De pronto, se le ocurrió una idea.

-Valla… así que Léstor es el único humano. Me gustaría ser como él, normal.-Añadió Iria al terminar de escuchar la historia.
-¿A dónde vamos?-Preguntó Zafrina. Morpheus sonrió mientras conducía el coche.
-Al puerto, esperaremos a La Dama y Léstor.
-Es una locura, si me lleváis allí y esperamos, los Inmortales podrían dar conmigo.
-Los esperaremos.-Sentenció Morpheus. Durante los siguientes minutos, todo permaneció en silencio. Zafrina miraba por la ventana la oscuridad de la noche que aún no había desaparecido. Los jóvenes eran los dueños de las calles y en los parques casi no abundaban niños. Algunas tiendas permanecían con su luz encendida, pero la mayoría aún colgaban el cartel de “cerrado”. ¿Qué día sería, qué mes, qué año? De pronto el coche se tambaleó provocado por un ruido en el techo. Morpheus paró el coche.
-Morpheus.-Susurró Zafrina.
-Quietas.-Poco a poco todo quedó en silencio y las luces de las farolas se apagaban de forma sincronizada. Solo se oía la ahogada respiración de las dos muchachas. De improviso, un brazo pálido atravesó el techo del coche. Zafrina gritó mientras Iria se alejaba del ahora agujero. Con la propia mano, arrancó como mero papel provocando un mayor socavón que dejó ver un cuello ensangrentado y un cabello rubio alborotado. Los ojos eran puramente blancos y su piel era extremadamente pálida. Infundía un temor que se transmitió a Morpheus cuando vio a Cloe encima del techo.
-Mierda, la cabreé.-Añadió Morpheus intentando ocultar su miedo.
-Huelo desde aquí tu miedo.-Dijo la vampira con tono desagradable. Su risa malévola recorrió todas las calles. Morpheus recordó perfectamente esa carcajada macabra, aquella que les atacó en el barco. El joven cogió el brazo de la vampira y la empujó hacia el interior del coche provocando el choque entre el cuerpo de Cloe y el techo, puesto que aún el agujero no era lo bastante grande como para que el cuerpo de la vampira entrara en el coche. Ésta intentó liberarse en un vano intento en el que el techo cedió provocando la caída de la vampira al interior. Iria la sujetó por los brazos.
-Y yo huelo tu muerte.-Los ojos de la vampira se abrieron y comenzó a chillar, pero los colmillos de Morpheus estaban dispuestos a clavarse de nuevo en su cuello.

Lana contempló como el cuerpo humano de Léstor cambiaba a uno peludo, de cabellos negros y ojos rojos más profundos que los de la vampira. Ésta se sobresaltó, el rostro y la dimensión del lobo provocaba una sensación que dejó de existir en ella cuando los hombres lobo se extinguieron: el miedo. El lobo se abalanzó sobre ella y ésta, presa del pánico, empezó a agitar los brazos y las piernas para huir a la superficie… y él la dejó escapar. El lobo lentamente desapareció físicamente del cuerpo de Léstor. Una vez en la lancha, La Dama le abrazó fuertemente.
-¡Léstor, creía que ya no te vería más!
-Antes tendrían que matar a un hombre lobo.-Léstor le acarició la mejilla y la beso dulcemente en los labios. Angélica le apretó fuertemente la mano, pero todo se interrumpió al sonar una bocina de un barco.
-¡Léstor!-La voz del viejo capitán a través de un altavoz arrancó una sonrisa en el rostro de los muchachos.
Al subir al barco, el capitán los abrazó.
-Por fin os encuentro, ¿por qué os fuisteis?-La Dama empujó a Léstor.
-El te lo dirá.-El joven arrugó el entrecejo.
-Vale. Queremos ir lo más rápido posible a Venecia, compréndalo.
-Por eso estoy aquí querido amigo, para ir a la dichosa Venecia.-Léstor sonrió.-Pero ahora estás empapado ve a la habitación y sécate… que pena que tu amiga no lo esté.-La vampira puso en blanco los ojos.-De todos modos, descansad hasta que lleguemos… que no será tarde.

Zafrina estaba encogida en el sillón delantero del coche observando cómo los dos vampiros se alimentaban de la sangre de Cloe. Comenzó a marearse.
-Morpheus…-Susurró Zafrina. El joven la miró y se limpió la sangre de su rostro con el brazo.
-Lo necesitaba, ya era demasiado tiempo sin probar bocado… no mires.
-Morpheus, creo que será mejor que alquilemos una habitación en cualquier sitio.-El joven se acercó a ella y la rodeó en sus brazos.
-No temas, nunca te haré daño, yo no.-Morpheus la besó en la frente y prosiguió.- ¿y sabes por qué? Porque te amo, porque eres la sangre que corre por mis venas y mi corazón cuando tiene la oportunidad de latir.-Iria los observaba y sonreía.
-Qué hermoso.-Los dos jóvenes miraron a la vampira.-Nunca hubiera pensado que un lobo y un vampiro se amaran tanto, es raro y… hermoso.-Morpheus y Zafrina se miraron orgullosos y prosiguieron el camino hacia el puerto.

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