martes, 30 de junio de 2009

CAPITULO 20: Entre máscaras

Z
afrina sentía como alguien la observaba muy de cerca. Dormía plácidamente pero sus sentidos se agudizaron. Había alguien más en la habitación, una presencia oscura y reprobada. Cada vez lo sentía más cerca. Abrió los ojos lentamente pero solo consiguió ver oscuridad.
-Zafrina.-La joven se sobresaltó al escuchar el murmullo de Morpheus que entraba por la ventana sigilosamente.
-Hay una puerta, ¿sabes?-El vampiro sonrió.
-He venido a ver como estabas, nada más.
-Estaba durmiendo hasta que llegaste tú.
-Valla, tranquila, sigue durmiendo… solo quería invitarte a cenar… nada más.
-La verdad es que tengo hambre.-Zafrina suspiró.
-Pues vístete y vámonos.

Las calles aún estaban de fiesta y la música del carnaval seguía su ritmo como si la noche fuera larga… ¿acaso ahora no lo era? Lo que nadie sabía era que entre aquellas personas se encontraban seres realmente taimados. Zafrina y Morpheus entraron en el restaurante más próximo a la Plaza de San Marcos: el gran caffe ristorante. La mayoría de los clientes eran turistas sin embargo, había bastante gente.
-Tavolo per due, per favore.-Morpheus comenzó a hablar de nuevo italiano con su espectacular acento con el camarero.-Dovrà attendere.-Secondo.
-¿De qué hablabais?-Preguntó Zafrina confusa.
-He pedido una mesa para dos, me temo que tendremos que esperar, hay mucha cola.
-Aguantaré.

A pesar del bullicio de la Plaza de San Marcos, también los tejados servían para disfrutar del carnaval, pero a nadie se le ocurriría estar en la cubierta de la hermosa Basílica, a nadie que estuviera en su sano juicio.
-¿Te gusta el otro hombre lobo?-Preguntó Iria de improviso.
-Solo… me gusta un poquito.-Los ojos celestes de la vampira se desviaron de la gran plaza.
-Sin embargo a él lo veo muy entusiasmado contigo.
-¿Él? Yo creo que lo único que él quería era besar a alguna chica y yo se lo he concedido, nada más.
-Quizás si hablaseis más conseguiríais una relación más profunda.
-Eso sí que no queremos ni él ni yo.
-¿Cómo lo sabes, acaso lees las mentes?-La Dama titubeó.-Morpheus y Zafrina parecen estar muy enamorados, a pesar de sus tremendas e innumerables diferencias.
-Yo no soy Morpheus y menos Zafrina y además…
-¿Sientes eso?-Cortó Iria.
-No… ¿el qué?-La vampira se levantó sigilosamente mientras callaba a La Dama. Las dos callaron hasta que Angélica sintió un escalofrío.-Iria…
-Inmortales.
-¿Estás segura?
-Me temo que no son solo uno… creo que son más de cinco.-La Dama jadeó.-Detrás de alguna máscara se encuentra el rostro de un vampiro, tenemos que huir de aquí.
-¿Huir? Nunca me verás rehuir de esos asquerosos vampiros.
-En tal caso, avisemos.

-Me encanta el restaurante.-Añadió Zafrina mientras se sentaba en una mesa. La sonrisa de la joven se alargó.-Ojalá no me tuviera que ir de Venecia.
-No tienes porque marcharte.-Zafrina miró extrañada a Morpheus mientras éste continuaba.-Quedémonos aquí, lejos de los Inmortales y de lo que somos…
-Morpheus, no podemos dejar ahora solos a los chicos… además, he encontrado por fin a uno de mi misma naturaleza. Cuando acabe todo, viviremos en Venecia, cerca del mar para que todas las mañanas cuando me despierte, sienta la brisa del mar.
-Nos alejaremos del pasado para vivir el presente, nuestro presente.-Zafrina sonrojó mientras cogía la carta. Morpheus sonrió. Mientras esperaba la elección de Zafrina miró por el cristal que dejaba ver la hermosa y colorida fiesta de la Plaza. La gente cantaba, bailaba, reía y sobretodo se divertía como nunca, fieles a su niñez. Los fuegos artificiales comenzaron a explotar y exhibir sus colores y formas en el oscuro cielo haciendo más mágico el carnaval. Pero de improviso sintió un gran escalofrío mientras sus músculos se tensaban. Cerró los ojos fuertemente y ordenó su mente para saber que le ocurría: había alguien, sí, ¿pero quién? “mira por la ventana, mira ahora” Sus ojos se abrieron lentamente mientras su vista se aclaraba. Sus ojos observaron los tejados de alrededor de la plaza pero estaban oscuros, no se veía nada. Siguió con la mirada fija en ellos como si hubiera algo que sus ojos querían ver. Uno de los fuegos artificiales alumbró el tejado de un color verde. Durante unos míseros segundos, el tiempo se paró en sus ojos y contempló como una silueta negra parecida a una escultura se mantenía en aquel tejado. Éste volvió a oscurecer fundiéndose con la sombra. Como si estuvieran programados, sus ojos cambiaron de rumbo hacia el centro de la plaza, donde uno de los disfrazados de grandiosos adornos estaba quieto, muy quieto. Llevaba una máscara negra que ocultaba casi todo su rostro. Estaba mirando hacia ellos y en cuanto se dio cuenta de la mirada de Morpheus esbozó una enorme sonrisa… pero un detalle, un simple y hermoso detalle… de su cuello colgaba un colgante de oro con una inscripción que Morpheus adivinó en seguida: “Nos los Inmortales”.
El joven se sobresaltó moviendo la mesa en la que Zafrina apoyaba sus codos. Los de alrededor los miraron extrañados mientras Morpheus se tensaba.
-Vámonos, Zafrina.
-¿Qué...?
-¡Corre!-Morpheus cogió de la mano a la joven y tiró de ella. El vampiro corrió sin importarle obstáculo, tenía que irse de allí como sea. El Inmortal se percató de su huida y anduvo hacia ellos elegantemente mientras siete sombras se asomaban en los tejados pendientes de la persecución. Zafrina se quedó quieta, deteniendo a Morpheus.
-¿Qué es lo que ocurre? el restaurante me gustaba.- Como si no hubiera más gente, de los tejados saltaron siete capas negras. Los dos jóvenes se encontraban justo en el centro de la plaza. Los vampiros empujaban a todo obstáculo que se les interpusieran y la gente asustada se apartaba de ellos dejando, a medida que ellos se acercaban a Morpheus y Zafrina, un gran círculo alrededor de los dos jóvenes. Toda la plaza se silenció, solo se escuchaba los pausados pasos que provocaban los zapatos del Inmortal enmascarado. Los siete que salaron los rodearon mientras el vampiro supuestamente jefe se acercaba a ellos.
-Morpheus…-Susurró Zafrina temblando.
-Tranquila.-La mano del joven apretó con fuerza la de la muchacha.

-¡¿Y Zafrina y Morpheus?!-Gritó Iria nerviosa.
-No lo sé, a mi no me mires yo estaba durmiendo cuando vosotras dos irrumpíais en mi habitación sin ningún tipo de sigilo o prudencia para no despertarme.-Contestó Léstor aún tumbado en la cama.
-Léstor, hay Inmortales allí fuera y…
-¿Porqué no hay ruido fuera?-Cortó La Dama. Los tres miraron hacia la ventana confusos. Léstor se levantó y se asomó por la ventana en un vano intento de observar la Plaza.
-Tranquilos, los Inmortales no se muestran al público, nunca lo harían.-Añadió Iria.
-¿Porque no, para asegurarnos, vamos para allá?
-Tú mandas preciosa.-Dijo Léstor mientras trepaba hasta el tejado. Iria enarcó una ceja y miró a Angélica que disimulaba una risita tras escuchar el cariñoso comentario del joven hacia ella.
En el tejado del hotel no se veía nada así que tuvieron que saltar hacia otros más cercanos hasta que pudieron ver perfectamente lo que sucedía.
-Oh dios mío.-Susurró La Dama mientras contemplaba como Morpheus y Zafrina se encontraban en el centro de la Plaza rodeados por siete Inmortales vestidos con capas negras.
-¿Qué están haciendo? Están… locos, la gente se asustará-Comentó Iria.
El apoteósico vampiro que andaba hacia ellos alzó sus manos hacia la máscara negra de piedrecitas doradas, dejando ver su rostro. Su cabello era castaño y bastante engominado. Sus ojos marrones contemplaron a los dos jóvenes, orgullosos del trabajo realizado en el que Balo Fer le recompensará.
-Tú.-Morpheus apretó los dientes mientras en su rostro se reflejaba la ira y el desconcierto.

-¿Quién es?-Susurró Léstor.
-Es uno de los preferidos de Balo, Paul Fey.
-No me suena.-Tras unos segundos, el joven miró a La Dama confuso.-Un momento, creía que Morpheus se apellidaba Fey, ¿cómo es entonces… su hermano?-Las dos vampiras se miraron.
-Bravo, sabes deducir.

-Por fin nos volvemos a ver, hermano mío.-El Inmortal se acercó a Morpheus y, bajo la sorpresa de los dos jóvenes, Paul abrazó a su hermano. Comenzó a apretarle con fuerza mientras se reía maliciosamente. Morpheus aguantó hasta que Paul lo soltó aún con los brazos abiertos.-Qué sorpresa y que júbilo verte.-El vampiro miró a Zafrina que temblaba exageradamente.-No sabía que traías a una amiguita.-Paul se acercó a ella muy cerca de su rostro.- ¿Me tienes miedo?-No contestó.- ¡¿Me tienes miedo?!-Gritó mientras su voz provocaba un eco en la enorme plaza. Los ojos de la joven se empaparon de lágrimas. Morpheus se abalanzó sobre Paul de forma que los que celebraban tranquilamente el carnaval gritaron mientras corrían lejos de la plaza. El Inmortal era mucho más fuerte que Morpheus y eso se reflejó al morder al joven en el cuello sin piedad alguna. Pero se separó de su hermano enorgullecido cuando la sangre de Morpheus resbalaba por su pálido cuello.
-Increíble, realmente enternecedor. ¿Ella te importa, verdad? Valla, sería una pena perderla.-Paul se acercó de nuevo a la joven que mantenía su rostro sereno aunque inundado de lágrimas.-Si que eres hermosa.-Los dedos del Inmortal rozaron el cuello de Zafrina.-Me encantas, creo que serás muy útil para mis momentos de aburrimiento.
-¡No!-Gritó Morpheus aún en el suelo.-Antes tendrás que matarme.-Lentamente se fue levantando del suelo.
-Pero si ya estás muerto.-Paul comenzó a reír exageradamente. Cinco de los vampiros que los rodeaban se dirigieron hacia Zafrina mientras Paul se iba hacia el pequeño puerto de la Plaza. En unos momentos, todo estaba en silencio, frío… Dos vampiros se acercaron a él dispuestos a beber su sangre. Pero tres figuras saltaron del tejado, tres figuras amigas. Pero Morpheus ya estaba cansado muy cansado “Tarde, ya es tarde”

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